La clasificación morfológica examina las lenguas según su forma o estructura y llega a constituir grupos ideomáticos que son afines entre sí.
Se divide en tres aspectos.
Monosilábicas.
Incluye aquellas lenguas cuyas palabras están formadas por una
sola sílaba. Una misma palabra puede ser verbo, adjetivo, nombre, según el
lugar que ocupe en la frase. Por ejemplo, el chino.
Aglutinantes.
Este
segundo grupo lo integran las lenguas cuyas palabras existen aisladas unas de
otras, pero al formar una oración o una frase se unen entre sí de tal manera
que con dos, tres o cuatro vocablos se forma una sola palabra, en ocasiones muy
larga llamada palabra-frase o palabra oración, según sea el caso. Por ejemplo, el náhuatl.
De flexión.
Están
formadas por aquellas lenguas como el griego, latín y el español, cuyas
palabras están estructuradas por raíces y morfemas, cosa que les permite flexionarse,
razón por la cual se llaman lenguas de flexión o flexivas.
En cambio la clasificación genealógica trata acerca del origen que tienen varias lenguas en común y la afinidad que muestran entre sí.
Las lenguas que están emparentadas constituyen parte de algo llamado "Familia Lingüística."
Conceptos de Evolución Lingüística
La primera Gramática de la Lengua Española aparece en 1492, de
Antonio de Nebrija, en la que esta lengua se eleva a la categoría de la
Toscana, heredera privilegiada del latín.
En todo el siglo XVI aparecen gramáticas de lenguas vernáculas (español y francés), de las lenguas indígenas (quechua, náhuatl), lo que
demuestra la necesidad que tiene el nacionalismo político, por un lado,
la iglesia; por el otro, de disponer de un instrumento de identificación
y de divulgación respectivamente.
A pesar de esto, no decae el estudio
del latín vulgar como lengua franca; existe en el Renacimiento la
imperiosa necesidad de rescatar el latín clásico como lengua de cultura.
Del mismo modo, el interés que ha despertado el estudio de la lengua
vulgar, hace posible los estudios comparativos, que buscan sus rasgos
comunes y más generales.
La lingüística moderna tiene sus orígenes en el siglo XIX, con las
actividades de los conocidos como neogramáticos, que gracias al
descubrimiento del sánscrito, pudieron comparar las lenguas y construir
una supuesta lengua original, el protoindoueropeo (que no es una lengua
real, sino una construcción teórica).
¿Qué es un Sustrato?
Se refiere a la acción que ejerce una lengua que ha desaparecido de
una zona geográfica al haberse implantado otra, pero a la que le ha
transferido algunos rasgos léxicos, fonéticos y gramaticales.
También
se designa con este nombre a la lengua de una zona geográfica que cede
su dominio a otra lengua, pero que deja en ésta última ciertos rasgos
fonéticos, gramaticales y léxicos.
Tenemos un ejemplo claro en el caso de lo que sucedió con nuestra lengua materna, el Español. De no haber sido conquistados por los Españoles, nuestra lengua materna hoy en día sería una de las que antiguamente hablaba toda la población previo a la invasión. Aunque aún conservamos parte del léxico indígena, ya que en el Español tenemos palabras provenientes por ejemplo del náhuatl, así que no la hemos perdido del todo.
¿Qué es un Superestrato?
En lingüística se denomina superestrato al conjunto de
características léxicas, fonéticas y gramaticales dejadas en una lengua
por los hablantes de un grupo invasor o extranjero que habla una lengua
diferente. En contraposición, se denomina sustrato a las características
dejadas por la invadida en la invasora. En resumen, es el conjunto de
características lingüísticas dejadas por una lengua invasora. Así, por
ejemplo, se pueden considerar como superestrato del castellano las
palabras y estructuras incorporadas al dialecto romance del godo y el
árabe tras sus respectivas conquistas de la península Ibérica. Se han
señalado también como acciones de superestrato las ejercidas por el
castellano sobre el guaraní, el quechua y el náhuatl.
¿Qué es un Adstrato?
Adstrato es el término que designa el influjo entre dos lenguas
que, después de haber convivido algún tiempo en un mismo territorio,
luego viven en territorios vecinos. El
mismo término también es aplicado por muchos lingüistas para designar
el influjo mutuo de dos lenguas o dialectos vecinos. También puede
definirse como una lengua o dialecto que ejerce una influencia parcial,
por contigüidad geográfica o por convivencia o coincidencia en el
tiempo, sobre otra lengua o dialecto: el árabe fue adstrato del español.
Es decir, una situación del adstrato ocurre cuando una lengua indígena
sobrevive y coexiste con la lengua de los invasores, mientras ambas
lenguas tienen influencia en el otro, ninguno desaparece. Por ejemplo,
todas estas lenguas coexisten sin desaparecer, mientras cada una influye
en todas las otras.
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